domingo, 26 de mayo de 2013

¿PODEMOS RESISTIR A LAS TENTACIONES?

Pues parece que sí. Entrenar las capacidades cognitivas pueda ayudar a resistir la tentación y sin efectos secundarios. El alcohol es la droga psicoactiva más consumida en nuestro país. Así lo dice la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España presentada a principios de este año, y realizada en 2011-2012 sobre más de 22.000 personas entre 15 y  64 años. Según el informe, el 76.6% de los encuestados consume alcohol y un 10.2% lo hace a diario. De forma notable, y especialmente entre los 20 y los 29 años, el 15.2% consume alcohol en forma de atracón (4 ó 5 bebidas en un periodo de dos horas), aunque es de destacar que las bebidas alcohólicas también son la droga más consumida en la población laboral en otras franjas de edad.

El consumo y abuso del alcohol es un tema de relevancia en cuanto a la salud pública. Así, y considerando las estadísticas, no es de extrañar que se busquen formas de prevenir el consumo de alcohol, especialmente antes de los 16 años, edad media de comienzo de consumo, y que se realicen esfuerzos para reducirlo una vez se ha iniciado. De forma habitual suele utilizarse el tratamiento farmacológico y la psicoterapia, pero la investigación reciente  podría añadir otras formas de reducir el consumo excesivo de alcohol.

Las teorías recientes plantean que el consumo de alcohol vendría determinado por procesos automáticos que generarían el impulso al comportamiento de beber, y también por procesos controlados como la inhibición de respuestas o la memoria de trabajo, que regularían los impulsos automáticos. De ahí se deduce que un tipo de intervención eficaz en la reducción del consumo de alcohol podría estar basada en la reducción de esos procesos automáticos y el entrenamiento en procesos cognitivos de control.

En esta dirección apuntan los datos publicados en 2011 en la revista Drug and Alcohol Dependence por dos grupos de investigación holandeses. En el estudio participaron 52 estudiantes clasificados como grandes consumidores de alcohol que debían realizar una tarea go-no go  en la que debían dar una respuesta (go) o inhibirla (no go) ante dos letras distintas que aparecían superpuestas sobre una fotografía de vasos de cerveza. Se observó que los participantes asignados al grupo ‘beer no-go’, donde las fotos de cerveza aparecían asociadas consistentemente con la inhibición de respuesta, mostraban posteriormente una asociación más fuerte de las imágenes de cerveza con atributos afectivos negativos como la tristeza, el aburrimiento, la desgracia, la depresión o lo desagradable.
Pero de forma más relevante aún, se observó que esos mismos estudiantes redujeron significativamente su consumo de alcohol en la semana posterior al estudio. Concluyen los autores que el entrenamiento en control inhibitorio a través de tareas cognitivas podría ser un suplemento a las intervenciones que ya existen. El tiempo y más investigaciones lo dirán

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