¿Pensabas que los mamíferos cubrieron su cuerpo de pelo para protegerse del gélido clima prehistórico? Pues probablemente ocurrió todo lo contrario. Según acaban de demostrar científicos de la Universidad de Princeton, al menos en ciertas especies el vello apareció para poder refrescar la piel en regiones donde el calor apretaba.
Aunque la idea de que pequeñas densidades de vello superficial ayudan a disipar el calor es un concepto bien conocido por los ingenieros, a nivel biológico y evolutivo hasta ahora su misión no estaba del todo clara. Conor Myhrvold y sus colegas decidieron estudiar los efectos de las distintas densidades de la piel de elefantes asiáticos y africanos sobre la termorregulación. Y concluyeron que, si bien cuando la densidad del vello es alta el efecto es de aislamiento, cuando su distribución a lo largo de la epidermis es más escasase alcanza un punto de inflexión en que ayuda a liberar el calor en lugar de retenerlo. Así es como el pelo de la piel de los paquidermos aumenta su capacidad de mantenerse “frescos” en entornos donde las temperaturas diurnas son excesivamente altas.
Según explican los autores en la revista PLOS One, los elefantes son los mamíferos terrestres más grandes que viven en climas cálidos, lo que los convierte en el mejor ejemplo para esta forma de termorregulación.
Aunque la idea de que pequeñas densidades de vello superficial ayudan a disipar el calor es un concepto bien conocido por los ingenieros, a nivel biológico y evolutivo hasta ahora su misión no estaba del todo clara. Conor Myhrvold y sus colegas decidieron estudiar los efectos de las distintas densidades de la piel de elefantes asiáticos y africanos sobre la termorregulación. Y concluyeron que, si bien cuando la densidad del vello es alta el efecto es de aislamiento, cuando su distribución a lo largo de la epidermis es más escasase alcanza un punto de inflexión en que ayuda a liberar el calor en lugar de retenerlo. Así es como el pelo de la piel de los paquidermos aumenta su capacidad de mantenerse “frescos” en entornos donde las temperaturas diurnas son excesivamente altas.
Según explican los autores en la revista PLOS One, los elefantes son los mamíferos terrestres más grandes que viven en climas cálidos, lo que los convierte en el mejor ejemplo para esta forma de termorregulación.
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