Cuando algo nos causa miedo tendemos a calcular mal la distancia a la que se sitúa. En otras palabras, si nos asusta una araña nuestro cerebro que está aterrado hace que la percibamos mucho más cerca de lo que en realidad se encuentra, tal y como publica la revista Current Biology en su última edición.
Los autores de la investigación, dirigidos por Matthew Longo, de la Universidad de Londres en Reino Unido, desarrollaron un experimento en el que se pedía a un grupo de voluntarios que observaran cómo se acercaban una serie de objetos en la pantalla y que pulsaran un botón cuando consideraban que estaban "a punto de chocarse". Cuando la imagen pertenecía a una serpiente o una araña, la sensación de proximidad apareció mucho más rápido que si el objeto que se aproximada era un conejo o una mariposa. "Si algo nos infunde temor, percibimos antes la posibilidad de colisión", asegura Longo, que sospecha que se trata de un mecanismo adaptativo, ya que “si un objeto es peligroso, es mejor reaccionar demasiado pronto que demasiado tarde”.
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