Cuando miramos atrás, somos conscientes de que nuestra personalidad, gustos y valores han cambiado significativamente durante el pasado. Sin embargo, tendemos creer que en el futuro nuestra forma de ser se mantendrá sin cambios, tal y como es en el momento actual. Así se desprende de un estudio que publica la revista Science en su última edición y en el que han participado 19.000 sujetos con edades comprendidas entre 18 y 68 años.
Según revelan los autores, percibimos el presente como el momento en que finalmente nos hemos convertido en la persona que seremos durante el resto de nuestras vidas. Los científicos han bautizado a esta tendencia a subestimar cuánto cambiaremos a medida que cumplamos años como “la ilusión del final de la historia”. Una posible explicación es que “la mayoría de la gente opina que sus personalidades presentes son atractivas y sus preferencias son sabias, lo que les impide pensar en la posibilidad de cambiar”. En segundo lugar, los científicos señalan que hay que diferenciar entre los procesos cognitivos para recordar el pasado (retrospección) y aquellos con los que se infiere el futuro (prospección). Y aseguran que es probable que la dificultad de predecir cómo será algo en el futuro lleve a muchos individuos a asumir que no se producirán demasiados cambios, confundiendo la dificultad de imaginar el cambio personal futuro con la poca probabilidad de experimentarlo.
Según revelan los autores, percibimos el presente como el momento en que finalmente nos hemos convertido en la persona que seremos durante el resto de nuestras vidas. Los científicos han bautizado a esta tendencia a subestimar cuánto cambiaremos a medida que cumplamos años como “la ilusión del final de la historia”. Una posible explicación es que “la mayoría de la gente opina que sus personalidades presentes son atractivas y sus preferencias son sabias, lo que les impide pensar en la posibilidad de cambiar”. En segundo lugar, los científicos señalan que hay que diferenciar entre los procesos cognitivos para recordar el pasado (retrospección) y aquellos con los que se infiere el futuro (prospección). Y aseguran que es probable que la dificultad de predecir cómo será algo en el futuro lleve a muchos individuos a asumir que no se producirán demasiados cambios, confundiendo la dificultad de imaginar el cambio personal futuro con la poca probabilidad de experimentarlo.
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